Vestías el blanco mejor que la luna.
Tu gesto sereno pidió un beso claro,
Acerqué mis labios a los tuyos cálidos
Y la luz del alba se ocupó del resto.
Charlamos, reímos, los duelos huyeron
Y un verde sedoso se instaló en nosotros.
Cantamos, brindamos y hacia el mediodía
Pediste otro beso. Esta vez fue rojo.
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