germen de tus bondades,
por eso los amé.
Cuando llegaste
venías afinado en Sol,
demasiada luz para mi corazón
y demasiada paz para mi alma,
así que, como a greda
traté de moldearte a la vieja usanza
y con dolor te dejaste hacer,
jugando entre mis dedos.
Hoy, vuelto a tu ser, divino,
llevas en tí la luz de mi faro,
haciéndole guiños al tuyo en mí,
por eso no tememos las distancias.
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