3- La Aventura
Al fin Anuj habló:
_ Mira, como me caes bien, porque eres atrevido y simpático, he busca- do una solución.
_ Dime, dime, estoy impaciente.
_ Pero tienes que tomarte unas vacaciones, no puedes estar aquí y allá a la vez.
_ Bueno y ¿Qué tendría que hacer?.
_Verás, si confías en mi y te entregas, haré un sombrero con esta hoja grande y te depositaré dentro, luego me lo colocaré en la cabeza y caminaré todo el día contigo ahí, hasta que llegue la hora de la Luna, que esta noche luce sus mejores galas_ Propuso divertido.
_ Está bien_ asentí disimulando_, pero más te vale que merezca la pena
porque mi trabajo aquí es muy importante.
Y así fue como entré en su sombrero y qué fresquito y mullido se estaba con el vaivén de sus palabras y de sus pensamientos tan hermosos. Para ocupar el tiempo, me enredé entre sus negros rizos y él rió: _ No me hagas cosquillas, sé buena.
Pasado un tiempo, me avisó de que iba a quitarse el sombrero; yo temblaba de emoción, y cuando lo hizo, mi cuerpo había desaparecido, vibraba a tal velocidad que no me encontraba.
Y entonces la vi : ¡ era una seta inmensa, blanca y majestuosa !. Me giré hacia Anuj y le dije extasiada:
_¡ Es mucho mayor que mi padre !.
Él se rió a carcajadas y se sujetaba la barriga con las manos. Le di un grito:
_¡ Ríete de tu sombra !, no sé qué te hace tanta gracia, explícamelo.
_ No me río de tí, a mí me ocurrió lo mismo cuando la ví así por primera vez. Según me ha explicado mi hermana, que tiene doce años de los míos, parece que es mayor porque está más cerca de la Tierra que el Sol. Decimos que es nuestro satélite y aunque parezca muy suficiente, su luz también se la da el Sol.
_ Entonces_ dije _ somos hermanas ella y yo.
_ No exactamente, ella la recibe de sus hermanos, que serán e cincuenta y cuatro, el setenta y tres, el ochenta y ocho, el noventa y tres, o yo qué sé que rayos desde el amanecer, a los que tú tampoco conoces, porque están muy lejos de tí_ Me explicó amable.
_ Vaya, vaya ¡ Qué sorpresa !, he tenido que venir aquí contigo para enterarme de que tengo muchísimos hermanos que no conozco y ¿sabes?, me alegro, porque a mí siempre me han gustado las familias numerosas como las de las hormigas y ellas tampoco deben de conocerse todas, aunque alguna vez se crucen en el camino, pero saben que son familia.
Y ahora tengo una gran pregunta:si ella y la Tierra están iluminadas por los mismos rayos, ¿ por qué ahora la Tierra está a oscuras, sólo bañada por esa luz blanca tan bonita?.
_ Eso también me lo sé. Es porque tus hermanos la iluminan desde el ocaso, o sea, desde detrás de nosotros, para que te hagas una idea y ella nos los refleja como un espejo y nos los regala, porque es una amiga y nos acompaña cada noche, aunque a veces se retira a descansar sólo por una semana cada mes, después empieza a crecer por un lado hasta que llega a grande , como ahora, y luego va disminuyendo hacia el otro lado y así siempre.
Y luego callamos un buen rato para que yo pudiera admirar el espectáculo, recostado en su hombro. Yo cavilaba entre esconderme en su sombrero y seguirle a todas partes, porque le había cogido cariño, o volver a mi lugar, dónde todos estarían esperándome y podría contarles esta fabulosa historia. ¡ Nunca había trasnochado tanto y había sido todo muy, muy divertido!. Al fin opté por despedirme de Anuj y le pedí que me devolviera a mi lugar, ¡ Si sabía, claro !. Cuando se lo dije se rió y me confesó que en realidad estábamos muy cerca y que me había tomado el pelo sobre que se había perdido y la verdad es que sólo se había internado un poco en el bosquecillo de al lado de su casa y con el permiso de sus padres, que sabían que no corría ningún peligro.
Así que una vez prometido que nos volveríamos a ver, en principio a solas, pero luego traería más amigos, me volvió a colocar a tientas en el sombrero, se lo puso y me condujo de nuevo dirección a mi casa, y en el trayecto, de nuevo entre sus rizos, esta vez me dormí y cuando desperté, ya estaba iluminando los cuernos de un caracol y mi padre se había hecho el sueco.
Otro día os hablaré de Nema, ahora en este silencio, me acuerdo de ella.
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